En la actualidad son comunes los empleos cortos o temporales donde no hay oportunidad de crecimiento y aunque muchos se resignan a esta situación, algunos hábitos en el trabajo pueden hacer de ti un trabajador muy apreciado por cualquier empresa, lo que podría volverte con el tiempo, un empleado irreemplazable.

Estar un paso adelante.

El empleado ideal es aquel que no hace preguntas y actúa por adelantado. Está uno o más pasos por delante de la situación y cuando habla con sus jefes es simplemente para dar resultados.

Respetar y representar a la empresa.

El trabajador ejemplar absorbe los valores de la empresa y transmite una imagen positiva de ésta. Esta actitud se puede reflejar en un mayor número de clientes, más recomendaciones e incluso en una mejora de la reputación.

Ayudar a los demás.

Alguien a quien no se podría sustituir ayuda a los demás cuando lo necesitan y contribuye al crecimiento de sus colegas. Con gente más capaz en cualquier área, las empresas mejoran su productividad.

Liderazgo.

Además de saber seguir las órdenes, un buen empleado inspira confianza en otros colegas y los anima a dar pasos adelante, mostrándoles el camino.

Crear influencias.

Un trabajador influyente hace que las cosas sucedan dentro y fuera de la empresa e inspira a otros a hacer lo mismo.

Comunicar.

Alguien callado no aporta mucho valor a un trabajo, pero por otro lado, quien mantiene informados a todos y trata de hablar con sus compañeros para conocerlos mejor, definitivamente genera una mejor impresión.

Motivar.

Un trabajador exitoso motiva a sus colegas y superiores, ayudando a lograr un ambiente de trabajo estimulante y creativo donde todos disfrutan trabajar.

Solucionar problemas.

En lugar de limitarse a señalar los problemas, tratar de llegar a las causas de éstos y detenerlos desde el principio es el factor que puede determinar que sea un empleado del agrado de sus superiores por mucho tiempo.