¿Sabías que existen un conjunto de realidades sobre el empleo que son ignoradas? Muchas de estas, resultan decepcionantes cuando ‘las descubrimos’, por lo que, es ideal que puedas estar conscientes de ellas. Estas son:
El empleador no tiene que responsabilizarse por la felicidad el empleado: Esta es una de las más duras realidades. Las organizaciones no son responsables de la felicidad e los individuos que trabajan en ellas, además, no podrán serlo, invariablemente del esfuerzo que inviertan en ello. Las organizaciones son responsables -claro, manteniendo el interés propio- de proporcionar la mayor cantidad de condiciones para que las personas puedan desarrollar óptimamente las tareas por las que recibe una compensación. Mediante el sistema de ‘recompensas’ puedes orientar a las personas, no obligarlas. Querer imponerles a las organizaciones que hagan ‘felices’ a las personas que emplea, es irracional, ya que es una labor no correspondida.
Este asunto no debe comprenderse como política de gestión de recursos humanos, las personas deben comprender que la responsabilidad de cultivar la capacidad de producción y valor es consigo misma, no concierne a la empresa.
El valor de una persona no está definido por el empleo: El número de personas que cree que tiene un valor sólo por conseguir un empleo, es cada vez más grande. El empleo ha sido usado como barómetro para estipular el sentido de la vida. Ella tomará cierto rumbo en relación a las particularidades del empleo de turno, y dejará de tener sentido en el momento que deje de existir.
Es importante que la persona considere que el empleo no determinará de ninguna forma el valor de un individuo. El empleo -en caso de que exista-, es consecuencia al valor de la persona, un efecto de su capacidad para proporcionar algo valioso para el resto. Considera el hecho de que el empleo no es un punto de partida, a él se llega luego de que una persona hace algo en términos de aptitudes, habilidades, conocimientos, etc.